Nuestro cuerpo suele ser una máquina muy bien calibrada, pero si a largo plazo nuestro consumo de calcio no es el adecuado, existen enfermedades que pueden afectar nuestra salud. Conozcamos un poco sobre estas.
- Osteopenia. La disminución en la densidad mineral ósea o debilitamiento de los huesos está determinada por el consumo de calcio. Esta condición, precursora de la osteoporosis, puede ser anulada con una dieta balanceada que incluya calcio.
- Osteoporosis. Esta condición ya es un resultado a mediano y largo plazo de una deficiencia de este mineral que se pueden presentar o desarrollar después de los 35 años, sobre todo en mujeres, si no se toman las medidas adecuadas.
- Cáncer. Existen investigaciones en desarrollo que sugieren que el calcio podría ayudar a controlar la producción de células cancerígenas en colon y próstata.
- Presión alta. En conjunto con una dieta rica en vegetales y frutas, consumir calcio en nuestra alimentación está relacionado con el control de los niveles de la presión arterial.
- Preeclampsia. Este padecimiento consiste en episodios de hipertensión arterial y presencia de proteínas en la orina durante el embarazo. Un bajo porcentaje (entre 3 y 7 %) de las mujeres pueden padecerlo y de estas el 85 % de los casos se presenta en mamás primerizas. Se ha encontrado que la presencia de calcio en la orina predictorio en el desarrollo de preeclamsia y que los suplementos de calcio ayudan a prevenirla.
Una mancuerna natural prosalud
La importancia del consumo de vitamina D junto al calcio se debe a que esta ayuda a la absorción del calcio y el fósforo en el cuerpo. Esta vitamina la encontramos en alimentos como champiñones o setas, pescados grasos como atún o salmón y en ciertos productos lácteos fortificados. El valor nutricional de esta vitamina en los alimentos es más bien bajo. Sin embargo, un proceso natural de la piel hace que la simple exposición al sol produzca unidades de vitamina D en nuestro organismo.
El cuerpo toma de nuestros huesos el calcio que necesita y una deficiencia se puede presentar como hormigueo o adormecimiento en los dedos, convulsiones y ritmos cardíacos inestables. Se debe practicar actividad física regular para alcanzar una estructura ósea más fuerte durante la vejez.